El expresidente de Uruguay José "Pepe" Mujica murió este lunes en su chacra de Rincón del Cerro, a las afueras de Montevideo, a los 89 años. La noticia fue confirmada por el actual mandatario, Yamandú Orsi: "Con profundo dolor comunicamos que falleció nuestro compañero Pepe Mujica. Presidente, militante, referente y conductor. Te vamos a extrañar mucho, viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y por tu profundo amor por tu pueblo".
La salud de Mujica se había deteriorado en los últimos años. En abril de 2024, él mismo reveló que padecía un cáncer de esófago. Se sometió a 32 sesiones de radioterapia, logró una breve recuperación, pero en enero de 2025 anunció que la enfermedad había hecho metástasis. En una entrevista con el semanario Búsqueda, dijo: "Hasta acá llegué", y pidió no ser molestado más, deseando atravesar la etapa final de su vida en la tranquilidad de su chacra, andando en tractor y cuidando sus plantas.
Sin embargo, su retiro definitivo nunca se concretó del todo. A pesar del deterioro físico, Mujica continuó recibiendo líderes políticos, periodistas y artistas en su casa, y asistió a actos militantes y eventos institucionales. Incluso participó en la asunción del nuevo Parlamento y del presidente electo Yamandú Orsi.
El domingo anterior a su muerte, día de elecciones departamentales, no pudo ir a votar. Su esposa, la exvicepresidenta Lucía Topolansky, declaró ese mismo día: "Está en una meseta, está a término. Estoy hace más de 40 años con él y voy a estar hasta el final. Eso es lo que le prometí". Mujica será enterrado en su chacra, junto a su querida perra de tres patas, Manuela.
Una vida de novela: de tupamaro preso a presidente
Hijo de una madre trabajadora y criado en Paso de la Arena, Mujica vivió una juventud marcada por la militancia. Fue uno de los principales referentes del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), grupo armado de izquierda que actuó en los años 60 y 70. Fue herido de bala, capturado, se fugó dos veces y pasó casi 15 años en prisión, la mayoría durante la dictadura uruguaya (1973-1985).
Las condiciones de su reclusión fueron extremas: sin colchón ni ventilación, sufrió delirios y fue internado en el Hospital Militar. "Me volví loco, hablaba con las hormigas", relató años después. Allí comenzó su vínculo con la lectura y la escritura, que marcarían su discurso político posterior.
Tras la restauración democrática, se integró a la política institucional y en 1995 fue electo diputado. A los pocos años, se convirtió en figura central del Movimiento de Participación Popular (MPP), que lideró la renovación del Frente Amplio. En 2005 fue nombrado ministro de Ganadería por Tabaré Vázquez y, en 2009, ganó la Presidencia tras imponerse a Danilo Astori en la interna oficialista.
Un presidente austero y disruptivo
Durante su gobierno (2010-2015), Mujica mantuvo su estilo de vida austero: vivía en su chacra, conducía un escarabajo celeste y donaba gran parte de su salario. Desde allí impulsó reformas estructurales y sociales: legalización del aborto, del matrimonio igualitario y de la marihuana. También promovió cambios en la matriz energética y una mayor inversión pública.
En su primer discurso como presidente, prometió "educación, educación y más educación", aunque su gestión en el área tuvo logros dispares. La construcción de la Universidad Tecnológica fue uno de sus aportes más destacados.
Legado y despedida
Luego de dejar la Presidencia, Mujica fue senador hasta 2020, cuando renunció junto a su antiguo adversario, Julio María Sanguinetti. Su palabra siguió teniendo peso en el escenario político. En las elecciones de 2024, fue clave para el triunfo del Frente Amplio y de su delfín político, Yamandú Orsi. Desde su chacra, siguió activamente el balotaje en el que Orsi fue electo presidente.
Admirado por líderes de todo el mundo y convertido en ícono por su filosofía de vida, Mujica dejó una huella que trasciende las fronteras del Uruguay. Su historia, marcada por la lucha, la resistencia, la transformación y la humildad, ya forma parte de la memoria latinoamericana.