En medio del ajuste económico impulsado por el presidente Javier Milei, el Gobierno insiste en avanzar con una reforma laboral estructural, cuyo objetivo declarado es aumentar la tasa de empleo registrado y dinamizar el mercado formal. Sin embargo, los indicadores oficiales y los informes de instituciones privadas revelan que el empleo asalariado privado formal está estancado desde 2011, mientras se dispara la cantidad de monotributistas y trabajadores informales.

Según los últimos datos del INDEC y del SIPA (Sistema Integrado Previsional Argentino), la Argentina mantiene una tasa de empleo cercana al 45%, pero con una composición preocupante: el empleo asalariado formal privado se mantiene en torno a los 6,2 millones de puestos desde hace más de una década, sin variaciones significativas.

Los monotributistas crecen un 40% y encubren vínculos laborales

Un informe de la Fundación IERAL, elaborado por la investigadora Laura Caullo, reveló que entre 2014 y 2024 el empleo total creció un 20%, incorporando 3,6 millones de trabajadores. Sin embargo, este crecimiento no se tradujo en empleo de calidad: el aumento se dio principalmente en monotributistas, que pasaron de 1,3 millones a más de 2 millones en ese período.

Aunque el monotributo representa una forma de formalización fiscal, en muchos casos encubre relaciones de dependencia, precarizando derechos laborales. Además, el empleo público creció un 18%, mientras que la mayoría de los nuevos puestos se insertaron en la economía informal.

Informalidad estructural y salarios en baja

La informalidad laboral sigue siendo uno de los mayores desafíos del mercado de trabajo argentino. Según el INDEC, el 36,1% de los asalariados no tiene descuento jubilatorio, y estimaciones de IERAL elevan esa cifra al 42% a nivel nacional. La brecha entre trabajadores formales e informales es marcada, especialmente en materia salarial: los sueldos informales son en promedio un 40% más bajos.

Aunque se reportó un crecimiento del 23,2% en los ingresos informales durante el primer trimestre del año —muy por encima de la inflación acumulada del 8,6%—, especialistas advierten que ese dato tiene un rezago estadístico de cinco meses, por lo que no refleja en tiempo real la evolución salarial del sector informal.

Según la consultora LCG, el mercado laboral "no ajustó por cantidad sino por calidad", lo que implica una degradación progresiva del empleo más que una destrucción masiva de puestos.

Fuertes brechas regionales: del 20% al 60% de informalidad según la provincia

La informalidad no es homogénea a nivel nacional. Registra grandes diferencias geográficas, determinadas por la estructura productiva, los niveles salariales y el acceso a sectores formales. En regiones como Tierra del Fuego, Santa Cruz y Ciudad de Buenos Aires, la informalidad se ubica cerca del 20%, mientras que en provincias como Tucumán supera el 60%.

Desde IERAL advierten que estas disparidades deben ser consideradas en cualquier proyecto de reforma laboral, ya que "las realidades locales son fundamentales para comprender las condiciones de empleo". Asimismo, alertan sobre los efectos de la liberalización de importaciones sobre industrias regionales sensibles, como la tecnológica en Tierra del Fuego, que enfrenta denuncias sindicales por pérdida de empleo.

Empleo precario y reforma en suspenso hasta después de las elecciones

El Gobierno ha manifestado su intención de avanzar con una reforma laboral integral, pero admite que la falta de mayoría en el Congreso es un obstáculo. Las modificaciones legislativas quedarían para después de las elecciones de medio término, cuando La Libertad Avanza espera ampliar su representación parlamentaria.

Mientras tanto, el mercado laboral sigue mostrando signos de precarización estructural, con un crecimiento sostenido de formas de empleo informales o semi-formales, como el monotributo, y una ausencia de generación de empleo privado formal a gran escala.

La apuesta a una reforma sin diagnóstico territorial profundo y sin consenso político podría agravar las desigualdades existentes en el mercado de trabajo argentino. La prioridad, coinciden los analistas, debe estar en generar empleo de calidad, sostenido y equitativo, con políticas diferenciadas por región y sector productivo.

 
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