Cada vez más investigaciones demuestran que los espacios construidos inciden directamente en la salud mental y física de las personas. En ese contexto, la madera se posiciona como un material clave dentro de una arquitectura que busca reconectar con la naturaleza y promover entornos más saludables.
En un contexto donde la salud mental y el bienestar adquieren un papel cada vez más relevante, crece el interés por una arquitectura que no solo resuelva necesidades funcionales, sino que también aporte al equilibrio emocional y físico de las personas. En ese cruce entre diseño, ciencia y naturaleza, la madera aparece como un elemento clave.
Desde CADAMDA – la Cámara de la Madera – destacan el aporte de la neuroarquitectura, una disciplina que estudia cómo el entorno construido impacta en el cerebro y en las emociones humanas. La elección de materiales, la disposición de la luz natural, la ventilación o la presencia de elementos naturales no son aspectos secundarios: influyen directamente en la forma en que las personas viven, trabajan, estudian y se vinculan.
Madera y sistema nervioso: evidencia científica
Distintos estudios internacionales analizan los efectos fisiológicos y cognitivos de incorporar madera visible en los ambientes cotidianos. La Universidad de Columbia Británica, por ejemplo, evidenció que este material reduce la activación del sistema nervioso simpático, asociado con el estrés. Por su parte, investigaciones del Instituto de Investigación Forestal de Japón mostraron que la presión arterial disminuye en espacios con presencia de madera, a diferencia de lo que ocurre en ambientes con acero.
Además, según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, los pisos de madera ayudan a mejorar la calidad del aire interior al reducir la acumulación de polvo y alérgenos, lo que representa un factor relevante para personas con problemas respiratorios.
Estas conclusiones empiezan a reflejarse en decisiones de diseño en sectores como la educación, la salud, el trabajo o la vivienda, donde la relación entre espacio físico y bienestar cobra cada vez más importancia.
La conexión con lo natural como recurso arquitectónico
La arquitectura biofílica, que propone recuperar el vínculo con la naturaleza mediante la incorporación de luz, vegetación, ventilación natural y materiales orgánicos, encuentra en la madera una aliada central. Su textura, color y aroma remiten a entornos naturales, generando efectos positivos en el estado de ánimo, la concentración y el descanso.
En entornos escolares, por ejemplo, estos estímulos pueden incidir en la capacidad de atención y aprendizaje de niños, niñas y adolescentes. En espacios laborales, se vinculan con mejoras en la productividad y una reducción de los niveles de fatiga.
Construir bienestar desde el diseño
Más allá de su impacto en la salud emocional y cognitiva, la madera se presenta como una alternativa sustentable frente a otros materiales de mayor huella de carbono. Su carácter renovable y su capacidad para almacenar CO₂ la convierten en una opción relevante en el marco de una arquitectura más consciente del impacto ambiental.
Desde CADAMDA impulsan su uso en la construcción con el objetivo de promover una forma de habitar que contemple tanto la eficiencia como el bienestar. La entidad, fundada en 1903, nuclea a productores, aserraderos, industriales y comercializadores del sector, y cuenta con departamentos técnicos especializados en arquitectura, comercio exterior y preservación del material.
Con la neuroarquitectura como horizonte y la madera como recurso, se abre un camino para repensar los espacios cotidianos no solo como estructuras habitables, sino como escenarios posibles para una mejor calidad de vida.