Franco Malvezzi y Guido Grondona fueron dos primos que, como otros casi 3 millones de inmigrantes italianos que llegaron a la Argentina entre fines del siglo XVIII y mediados del XIX, encontraron en estas tierras una oportunidad. Pero, probablemente, en aquel momento, estos dos jóvenes genoveses no imaginaron que fundarían una pizzería que, décadas más tarde, se convertiría en un hito de la Ciudad de Buenos Aires. 

Güerrín nació en 1932 y el negocio, que hoy funciona en el mismo local y que preserva la ambientación clásica con sus mosaicos venecianos y decoración en madera, bronce y mármol travertino, mantiene su mística intacta. Desde sus comienzos, se calcula que ya vendió casi 11 millones de pizzas.

En 2011, este espacio gastronómico que destaca por su pizza al molde y porciones al paso, fue declarado Sitio de Interés Cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, a pesar del fuerte reconocimiento, desde la compañía descartan abrir sucursales. "Franquiciar no está en los planes ni lo estará tampoco a futuro, ya que Güerrin hay uno solo y es imposible de replicar su historia y mística en otro espacio o barrio, ya que la calle corrientes y los teatros son parte de su esencia también”, sostiene Marcos Giacaglia, sobrino nieto de uno de los fundadores y actual gerente de Operaciones de Güerrín.

No obstante, la pizzería, que despacha por día unas 2.500 pizzas y 500 porciones de fainá, se expande. Recientemente, cortó cintas de Dolce Far Niente, un salón que fue renovado en el primer piso y que está inspirado en la escena teatral porteña que hace honor a la Avenida Corrientes y los múltiples teatros de la zona. Cientas de fotos enmarcadas dan cuenta de la cantidad de artistas y celebritries que alguna vez comieron en el lugar. Incluso, el mejor jugador de fútbol del mundo, Lionel Messi.

Este espacio cuenta de 250 metros cuadrados que funciona en la planta alta del local y que amplía su capacidad a 240 comensales. “El mismo propone un ambiente con una decoración alusiva al mundo del espectáculo; telones que funcionan como separadores de ambientes y un estilo de arquitectura teatral que invita a culminar una clásica salida familiar. El renovado salón es espacioso y confortable invitando a los visitantes a experimentar momentos de disfrute como puede ser una comida compartida entre familia o amigos en un ambiente más tranquilo; a diferencia de la planta baja  que conserva de manera fiel el bullicio característico, como una marca registrada del estilo de pizzería porteña”, comparten desde la firma.

 

La razón por la cual Guërrín se convirtió en un clásico, y tanto porteños como visitantes la eligen, "es el trabajo diario de sus maestros pizzeros que amasan a mano todos los dias las más de 2.000 pizzas, que salen cada jornada. Sostienen sus rituales por décadas: se recibe la leña, muzzarella, harina todas las mañanas a las 5 o 6 AM y comienza el proceso de producción con los cinco hornos encendidos; la clásica salsa de tomate italiana preparada de manera casera y los mismos condimentos y sabores que caracterizan a las pizzas de Güerrín hace más de 90 años”, añade Giacaglia.

En la carta de Güerrín, se pueden encontrar variedades de pizza como muzzarella y tomate, fugazza, fugazzeta, napolitana, fainá, pizza de cancha, jamón y morrones y calabresa. También, ofrece empanadas fritas o al horno de leña, y , entre los postres, tiramisú, budín de pan, flan, ensalada de fruta, copa melba y helado. “Asimismo, el pan dulce tan característico de la marca que se vende durante todo el año; pero a partir de noviembre arranca la temporada alta y se forman largas filas para obtener el propio cargado de frutas secas y abrillantadas”, agregan desde la compañía.

 

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