Se trata del parque lineal de Manhattan, de 2,33 km de longitud y creado a partir de una línea de ferrocarril elevado en desuso que, pasando por Chelsea, conecta el Meatpacking District con Midtown, es decir, la famosa zona de rascacielos y Times Square. Estamos hablando de una de las intervenciones de remodelación urbana más innovadoras, reconocidas e influyentes de los últimos tiempos, hoy, entre las atracciones imperdibles de New York.
La historia de la High Line nos conduce hacia las últimas fronteras de la planificación urbana y la arquitectura paisajística. Todo comienza en 1847, en una época en que la inmigración disparó la demografía de la ciudad y se construyeron grandes obras como Central Park, el Puente de Brooklyn y el Canal Erie. Ese año se autorizó la construcción de una línea ferroviaria a lo largo de las calles 10 y 11 para transportar trenes cargados de carbón y otros artículos de primera necesidad por la ciudad, hacia los muelles del Rio Hudson. (New York es una metrópolis naciente con vocación portuaria). Alrededor de los rieles, que, estaban a nivel de la calle, “los niños pobres venían a jugar, a curiosear y a robar”, Debido al caos producido por estos rieles a nivel de las calles, y para evitar accidentes en los cruces, en 1850 se contrataron 12 hombres a caballo, los llamados West Side Cowboys, cuyo trabajo consistía en avisar a los peatones del paso del tren. En 1866 un senador denunció el peligro de los rieles a nivel de las calles y los numerosos accidentes ocurridos, tanto era el peligro que la llamaban la “Death Avenue” (carretera de la muerte).
En 1910 hubo 548 muertos y 1.574 heridos. Veinte años más tarde, en 1929, se inició un proyecto de reurbanización con fondos públicos que propuso la elevación de las vías ferroviarias. Esto formó parte del West Side Improvement, un plan de intervención millonario concebido por Robert Moses, el funcionario que marcaría definitivamente el plan urbano de New York.
La primera obra que se completó fue la elevación de esta línea ferroviaria, en 1933 el primer tren utilizó este nuevo recorrido y el año siguiente se inauguró oficialmente la High Line, lo que provocó la demolición de 640 edificios. Durante aproximadamente medio siglo, la High Line permitió el paso de trenes de mercancías por los almacenes, facilitando las operaciones de carga y descarga, que ya no obstaculizan el tráfico urbano. Sin embargo, el transporte por carretera puso en crisis este sistema de transporte. Algunos tramos de la vía, cada vez menos utilizados, fueron derribados entre 1963 y 1991, la última carga fue en 1980, tres vagones llenos de pavos congelados. High Line pronto se convierte en territorio de grafiteros y vallas publicitarias, y se cubre de verde debido a las semillas transportadas por el viento de Manhattan. Desde mediados de los 80 hasta la década siguiente se debatió su demolición. En 1999, para oponerse al desmantelamiento propuesto por el alcalde Rudy Giuliani, los vecinos se unieron en la organización sin fines de lucro “Friends of High Line” y propusieron re-urbanizar la estructura para convertirla en parque urbano. Después de campañas de recaudación de fondos en las que participaron algunas celebridades.
En 2004, Friends of the High Line organizó un concurso de ideas, con el objetivo específico de repensar el espacio a través de proyectos no necesariamente realistas, sino mas bien visionarios, creativos y libres de dejar espacio a la imaginación. Se recibieron 720 ideas de más de 35 países. El proyecto se asignó a los arquitectos Diller Scofidio+Renfro y al paisajista James Corner Field Operations. Las obras comenzaron en 2006 y se dividen en tres fases, la primera finaliza en 2009, la segunda en 2011, la tercera entre 2014 y 2015. El parque sobre el antiguo ferrocarril elevado ha transformado la zona de Chelsea. Los turistas hoy no se limitan a la parada gastronómica en el Chelsea Market, sino que se pasean por el verde y los jardines de High Line, diseñados por el holandés Piet Oudolf. La High Line es un recorrido interesante para los amantes del arte y la arquitectura, desde el parque suspendido se pueden admirar nuevos edificios de gran interés como el Museo Whitney de Renzo Piano, también el interesante edificio residencial diseñado por Zaha Hadid o el nuevo complejo de rascacielos llamado Hudson Yards, donde termina High Line en el lado norte. El parque alberga eventos, performance todos los días del año de artistas de todo el mundo que están invitados a interactuar con la estructura y el sector con obras e instalaciones “site-specific”. Entre ellos Eliasson, Sheila Hicks, Nari Ward, Barbara Kruger y muchos otros. Hoy, la High Line, donada por GSX Transportatión, es propiedad de la ciudad de New York y de Friends of the High Line y opera bajo licencia con NYC Parks.
El proyecto de regeneración urbana requirió años de planificación y construcción, además de un importante aporte de la comunidad, que aun trabaja para cuidar este espacio. Pero la comunidad que cree en el futuro de este proyecto es mucho más amplia, si consideramos que casi el 100% del presupuesto anual proviene de donaciones de personas de todo el mundo, que hacen un aporte fundamental a la vida del parque. A lo largo del recorrido, compuesto por tres tramos, se encuentran diversos accesos (escaleras, ascensores), mobiliario, bancos, murales, iluminación atenta a la contaminación lumínica, puntos de descanso, puntos panorámicos, todo esto inmerso en el verdor del parque urbano elevado. Además de los espacios públicos y jardines, High Line alberga una programación de primer nivel de programas públicos, arte y espectáculos gratuitos abiertos a todos. La sostenibilidad es uno de los valores clave del proyecto y la elección de la vegetación es un ejemplo significativo de ello, hoy existen mas de quince zonas de cultivo distintas y más de 100.000 plantas. Muchas de las plantas son autóctonas y adecuadas para adaptarse a la sequía y crecen perfectamente en el clima de la ciudad. Todo el sistema está diseñado para requerir poco mantenimiento.
El ecosistema High Line fue diseñado para proporcionar alimento y refugio a la vida silvestre, incluidos los polinizadores autóctonos. La ciudad de New York alberga más de 400 especies de abejas silvestres y en High Line se pueden encontrar los llamados “refugios de abejas” que brinda hogar a estos pequeños y preciados insectos. Lo que más llama la atención, en esta espectacular y reiterada venganza de la horizontalidad en la ciudad vertical por excelencia, es la fuerza revolucionaria de la silenciosa cotidianidad del proyecto y su aparente mimetismo, de hecho, recompone soluciones minimalistas y escalas de detalle necesarias dentro de un espacio urbano, narrativa capaz de cuestionar reglas de construcción consolidadas. El diálogo con la ciudad ha sido fundamental para el programa de arte público de High Line, que anima a los artistas a concebir sus obras en interacción con el parque y su historia. The High Line, es un parque único, que se distingue de otros parques por sus características físicas. Cuando se piensa en arte público normalmente se piensa en una plaza o en un gran jardín, el High Line es un paseo urbano suspendido a diez metros del suelo y su programa artístico está diseñado para dialogar con el espacio mismo, las obras son expuestas durante 12 meses, para que puedan interactuar con la vegetación que cambia cada mes, es una invitación a volver a ver las mismas obras en un contexto ambiental y climático completamente diferente, rodeado de la exuberante vegetación del parque cubierto de nieve o abrazado por el público. New York es un ejemplo emblemático de la capacidad transformadora de la ciudad, tanto en sus llenos como en sus vacíos urbanos, nos muestra experiencias pioneras de regeneración y un replanteamiento del espacio público que pueden inspirar. Pensemos en las operaciones de “Guerrilla Gardening” iniciadas en 1970 con el objetivo de re-urbanizar zonas abandonadas y en decadencia, al cierre al tráfico de Times Square y su peatonalización, etc. Proyectos de “ tactical urbanism” que, gracias al diálogo entre ciudadanía y administración, devuelven vida y color a calles y parques.