“Mi padre es inocente; nunca hizo abandono sobre la persona de mi madre”, expresó Lautaro, el hijo mayor de Liliana Garabedian. Su padre, Roberto Alejandro Barros, fue imputado por “abandono de persona seguido de muerte agravado por ser cometido por su cónyuge”. Sin embargo, el joven y su hermana, una adolescente de 16 años, expresaron su apoyo e insistieron en su inocencia.
Los jóvenes pidieron hablar. Perdieron a su mamá y se inició un proceso judicial que ya lleva 14 años. Ante esta pérdida irreparable, esta causa también los tiene como víctimas. Contaron que no pudieron hacer el duelo y que esperan que haya justicia para que su madre pueda descansar en paz y ellos, junto con su padre, puedan vivir con tranquilidad.
Lautaro es un joven de 21 años y estudia la carrera de Abogacía. Su hermana es una adolescente de 16 años que estudia en el secundario.
El 12 de diciembre de 2010 fue encontrado el cuerpo sin vida de Liliana Garabedian (37). Fue hallado boca abajo, debajo de un árbol en un descampado próximo a Nueva Coneta, Capayán, tras haber sido denunciada como desaparecida por su familia.
En aquella ocasión, el informe de autopsia había concluido que Liliana falleció por inanición y deshidratación. La causa pasó por cinco fiscales y hubo dos pedidos de archivo. El más reciente había sido rechazado por el juez de Control de Garantías, Héctor Rodolfo Maidana, quien había ordenado que se avance con la investigación.
La imputación contra Barros se conoció luego de que una pericia de Gendarmería Nacional Argentina (GNA) fuera contundente al afirmar que Garabedian había sido estrangulada. Este informe pericial se conoció en septiembre de 2022. El documento fue firmado por el Equipo Tanatológico de Gendarmería Nacional, que arrojó similares conclusiones a las del Equipo Argentino de Antropología Forense. Es decir, Garabedian había muerto a causa de asfixia por estrangulamiento.
Lautaro contó cuál es el último recuerdo que tiene de su mamá; él era un niño de ocho años. “Estábamos en la casa de mi tía, donde estaba viviendo mi papá en ese momento. Nos tocaba visitarlo. Estaba jugando con mi primo. Era de noche. Mi mamá llegó muy alterada; entró a la casa de mi tía. Empezó a gritar a mi papá y a mi tío. Arañó a uno de mis tíos y le pegó con un palo de escoba. Quería que vayamos con ella. No entendía por qué; era el día que tenía que estar con mi papá. Mi papá y mi mamá estaban separados.
Nos tocaba estar con mi papá. Había días en los que estábamos con mi papá y otros, con mi mamá. Ese día nos correspondía estar con mi papá. Por eso, estábamos en la casa de mi tía. Ese día, que me correspondía estar con mi papá, va mi mamá”, indicó.
Los hermanos aseguraron que solían tener un vínculo más cercano con la familia de su padre. Después de la muerte de su madre, su padre se hizo cargo de ellos. La familia de mi madre no mostró el suficiente interés en hacerse cargo de nosotros legalmente. La única persona que respondió por nosotros fue mi papá. Hasta el día de hoy estamos con él. Nosotros nos enfermamos y él nos compra los remedios y nos cura. Lleva la comida a la casa. Me ayuda a comprar los apuntes y los libros para la facultad. Es el único sostén de la familia y nunca duda en darnos algo”, contaron.
Recuerdos
Pese al paso del tiempo, Lautaro y su hermana aseguraron que aún no pudieron hacer el duelo por su mamá. Los dos son conscientes de que atravesaron por una situación muy difícil que se prolonga al día de hoy.
“Mi mamá tenía esquizofrenia. Su madre no aceptaba eso. Nunca le dijo a mi padre que ella estaba enferma o que necesitaba algún tratamiento. A nosotros nos tocó darnos cuenta por experiencia propia. Se ponía agresiva. Nos tiraba los juguetes. Teníamos que escondernos dentro de nuestra propia casa. Una vez estaba sola con ella en la casa. Ella se estaba yendo a caminar y se iba. Caminaba y caminaba. A mí me tocó y a mi hermano también le tocó vivir experiencias; teníamos que ir con ella sin saber nada ni entender la situación y vivir cosas que no están buenas”, contó la adolescente.
Su hermano recordó que solían vivir en un departamento de la zona oeste. Allí tenían todas sus pertenencias. “Notábamos comportamientos raros en mi madre. Ella sacaba nuestras cosas y la gente preguntaba si se las podía llevar y se las llevaba. Mi misma madre dejaba las cosas en la calle para que la gente se las lleve. Tengo otro recuerdo: mi padre no podía acercarse a mi madre y al revés, mi madre no podía acercarse a mi padre y las visitas. Mi madre se quedaba con mi abuela –su madre-. Ella dice se fue a cobrar la jubilación; se tomó un micro para ir a Buenos Aires. El Banco Nación está en todas las provincias; si ella quisiera cobrar, podía ir al Banco Nación de Catamarca y se queda con su hija. Mi madre quedó sola. Mi abuela estaba al cuidado de ella”, aseguró el joven.
A 14 años de la muerte de su madre, sus hijos siguen esperando justicia. Remarcaron que pasaron varios fiscales y por varias instancias. “Un fiscal explicó sobre el abandono de persona pero para él no se daba esa figura. Primero, querían imputar a mi padre por homicidio pero se descartó. Estudio Derecho porque quiero entender qué pasó en mi vida. Quiero ser un abogado que busque defender a las personas y tratar de llegar a las soluciones más justas”, expresó Lautaro.