Un informe de la Organización Meteorológica Mundial destaca que el agujero en 2024 fue más pequeño que en años recientes y que, de mantenerse la tendencia, la capa protectora de la Tierra volverá a los niveles de la década de 1980 hacia mediados de este siglo.

La capa de ozono, fundamental para proteger la vida en la Tierra de la radiación ultravioleta, muestra claros signos de recuperación. Así lo informó la Organización Meteorológica Mundial (OMM), agencia dependiente de la ONU, en un reporte difundido este martes.

El documento detalla que el agujero de ozono registrado en 2024 fue más pequeño que en años anteriores. Esta mejora se atribuye en parte a factores atmosféricos naturales que generan fluctuaciones anuales, pero sobre todo al impacto sostenido de la cooperación internacional en la reducción de sustancias dañinas.

El Boletín sobre el Ozono de la OMM señala que este progreso constituye una de las mayores historias de éxito de la acción multilateral en materia ambiental. El informe se dio a conocer en el marco del Día Mundial del Ozono y del 40º aniversario de la Convención de Viena, que reconoció al agotamiento de la capa de ozono como un problema global y abrió el camino para una respuesta conjunta.

 

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"Hace cuarenta años, las naciones se unieron para dar el primer paso en la protección de la capa de ozono, guiadas por la ciencia y unidas en la acción", recordó el secretario general de la ONU, António Guterres. "La Convención de Viena y su Protocolo de Montreal se convirtieron en un hito del éxito multilateral. Hoy, la capa de ozono se está recuperando. Este logro nos recuerda que cuando las naciones escuchan las advertencias de la ciencia, el progreso es posible", subrayó.

El Protocolo de Montreal, firmado en 1987, permitió eliminar más del 99% de las sustancias que deterioran la capa de ozono, como los clorofluorocarbonos (CFC) empleados en refrigeración, aire acondicionado, espumas contra incendios e incluso en lacas para el cabello.

Gracias a esta acción concertada, la capa de ozono se encamina a recuperar los niveles de la década de 1980 hacia mediados del siglo XXI. Esto reducirá de manera significativa los riesgos de cáncer de piel, cataratas y los daños a los ecosistemas vinculados con la exposición excesiva a los rayos ultravioleta.

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