Arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) localizaron un antiguo puerto prehispánico bajo la avenida Chapultepec, en la Ciudad de México. Este descubrimiento permite reconstruir aspectos de la vida en la región antes de la Conquista, aportando nuevos datos sobre el uso del agua en la cuenca de México.
El puerto estaba ubicado originalmente en una península a los pies del cerro Chapulín, donde investigaciones previas ya habían revelado vestigios de un asentamiento prehispánico y una estructura del Posclásico Tardío (1200-1521 d.C.), cerca de la actual sede de la Secretaría de Salud. Según los especialistas, esta área habría funcionado como un punto estratégico en la conexión entre el río que desembocaba en el lago de Texcoco y las comunidades circundantes.
Durante las excavaciones recientes, se identificaron restos de un muelle y un canal, transformados a lo largo de los siglos. El cauce, inicialmente un río que alimentaba al lago de Texcoco, fue adaptado como canal navegable y más tarde convertido en un acueducto colonial conocido como el acueducto de Chapultepec, que desde mediados del siglo XVIII transportaba agua desde las albercas de Chapultepec hasta la fuente de Salto del Agua.
Este canal aparece representado en el Mapa de Santa Cruz, también llamado Mapa de Uppsala, un documento del siglo XVI que ilustra la Ciudad de México como capital de la Nueva España. En el mapa se observan canoas y embarcaciones pequeñas transitando por el canal, lo que confirma su uso como vía de comunicación.
Liliana Márquez Escoto, directora de la excavación, detalló que las paredes del canal estaban reforzadas con una construcción de pilotes, mientras que el muelle central contaba con 40 pilotes transversales de madera que miden entre 40 y 137 centímetros de altura. Un análisis inicial indica que estos pilotes fueron fabricados con madera de abeto, seleccionada por su resistencia, durabilidad y capacidad de soportar la humedad.
Además, se encontraron restos botánicos como semillas, raíces y gastropodos, que sugieren que la dieta de los habitantes incluía quelites, calabaza y tomate. Entre los descubrimientos también destacan piezas de cerámica ritual, como incensarios y vasijas con símbolos solares, así como artefactos coloniales, incluidos macuquinas (monedas acuñadas primitivamente) y loza vidriada con sellos de hospitales y órdenes religiosas.