En medio del feroz ataque inglés a Darwin y Pradera del Ganso en plena Guerra de Malvinas, el soldado Ramón Garcés se vio obligado a reemplazar al suboficial que estaba ejecutando la defensa a través de la batería antiaérea. Ese día habían sufrido varias bajas, el propio Garcés había volado por los aires y hasta lo llegaron a dar por muerto. Pero no, con esfuerzo incansable pudo recuperarse, ponerse al frente, sentir la adrenalina que produce tener en la mira el avión que piloteaba el eximio comandante enemigo Bob Iveson, y además derribarlo...

Aquel 1° de mayo histórico era apenas un conscripto raso de tan solo 18 años, como la mayoría de sus compañeros que fueron trasladados hasta el territorio para defender a la patria. Provenía de la IX Brigada Aérea de Comodoro Rivadavia y había recibido la instrucción básica de tiro para manipular algunas armas, pero no mucho más que eso.

De ese acto heroico que había podido concretar sin saber mucho más que lo que le habían enseñado en algunas clases recibidas en medio del conflicto, con todo lo que ello implicaba, Garcés salió airoso y pudo defender la vida de los artilleros que lo acompañaban y la suya propia para poder seguir peleando a como diera lugar.

Este hito, al igual que su vida, dio lugar a la producción de un documental llamado “De la vida y de la historia: Memorias de Ramón Garcés sobre Malvinas”, bajo la dirección de Noelia Medina, que generó gran impacto en redes sociales y sorprendió hasta a los periodistas británicos que hicieron todo lo que pudieron para enfrentarlo en un set de televisión y en diarios y revistas con el propio Bob Iveson, quien gracias a su pericia pudo salir con vida de semejante ofensiva recibida por Ramón.

Pero recibieron una respuesta más que contundente, pero muy respetuosa por cierto por parte de Garcés, que obviamente complicó el encuentro tan esperado por ellos: “Mejor lo llevamos a cabo en mi país, pero cuando nos devuelvan el territorio”. La irónica contestación del soldado dejó mudos a los productores y la negociación terminó en ese momento sin posibilidad de que pudiera ser retomada.

El videojuego

Ahora la gesta ya descripta volvió a la escena a través de un videojuego acerca de la Guerra de Malvinas que generó gran demanda, entusiasmo y pasión a nivel redes entre los fans de los juegos. Sus productores lo bautizaron “La última carta”, realización lograda con alta tecnología por los creadores de “El Burro Studio”. A propósito, Hernán Patané, uno de los principales responsables de la iniciativa destacó: “Nuestra principal incógnita estaba planteada en cómo recepcionarían los combatientes que presentáramos un juego por todo lo serio que representó y representa la guerra de Malvinas. Pero la respuesta fue excelente, al contrario, nos pedían que lo hiciéramos, que lo esperaban. Para eso entonces convocamos a Ramón quien nos aportó sus vivencias y gran cantidad de material, y pudimos desarrollarlo con las mejores técnicas de la actualidad. Lo que en su gran mayoría destacaron los miles de consultados fue que lo esencial es que el título Malvinas esté siempre en lo alto y en boca de todos, que no se intente invisibilizar bajo ningún concepto”.

El juego tiene una duración superior a las a 20 horas. En el mismo, el combatiente argentino tiene como objetivo entregar una última carta con las palabras de sus compañeros de armas en un lugar específico. Para lograrlo debe enfrentar al enemigo británico en diferentes campos de batalla, principalmente en Darwin y Pradera del Ganso, una de las más sangrientas de la Guerra de Malvinas. En las pantallas se podrán observar en 3D, además de la topografía y el clima frío y ventoso, las armas utilizadas, como cañones antiaéreos RH 20mm, fusiles FAL 7,62mm, morteros, misiles y hasta aviones Harrier. El desarrollo del videojuego es en etapas, es decir, hay que ir cumpliendo objetivos para poder avanzar hasta la metal.

En lugar de polémicas, el juego -cuyo protagonista es un conscripto de tan solo 18 años-, despertó enormes expectativas, ya que Ramón Garcés, en quien se inspiró y cumplió los 19 años el 13 de mayo de 1982 en medio del conflicto bélico, resultó uno de los sobrevivientes de su grupo que pudo dar pelea como pudo y con lo que tenía a mano hasta el final del mencionado combate, en medio de las difíciles situaciones que todos ellos debieron soportar.

Cuando el tráiler del videojuego llegó a las redes generó gran atracción. Así detalla Patané lo ocurrido: “Para nosotros fue una manera distinta de presentar aquella gesta y recrearla con escenarios reales, siempre a manera de homenaje y reconocimiento a los soldados, con profundo respeto. La respuesta fue emocionante porque además se sintieron representados en todo lo que les tocó sufrir a nivel asistencia y contención muchas veces de quienes estaban al frente”.

La odisea que vivió Ramón Garcés llegó al extremo cuando apareció en una planilla de conscriptos NN fallecidos luego de aquel ataque donde pudo salir airoso a puro coraje. Todas estas situaciones límites que enfrentó las plasmó en el libro “Malvinas, la batalla de Darwin y Goose Green”, pero destaca que recién se pudo poner a escribirlas luego de varias décadas de transcurrida la guerra porque lo torturaba recordar y enfrentar los fantasmas del pasado, que durante mucho tiempo invadieron sus sueños. “Todavía me sobresalto cuando escucho una sirena, por ejemplo, ya que en aquellos tiempos se usaba para que supiéramos que se venía un ataque enemigo. En ese instante sentíamos que podía llegar la muerte en cualquier momento”, reconoce hoy. También es autor de “Malvinas. Los medios de comunicación en tiempos de guerra. La Artillería Antiaérea en Darwin y Goose Green”.

Con el correr de los años con esfuerzo aquel soldado logró graduarse como Licenciado en Ciencias Políticas, Administración Pública y Deportes y siempre mostró intenciones y se puso al frente para poner en evidencia la situación de los excombatientes que padecieron más de mil suicidios. Eso lo llevó a convertirse en el guionista del filme “Entre Dos Mundos, una película de posguerra”, producida por el manager Jorge Zonzini y que tiene como protagonista nada menos que al reconocido Coco Sily. El documental recorrió numerosos festivales realizados por el mundo, fue presentado en la televisión argentina y forma parte de las plataformas del INCAA y el canal CINE.AR.

Historia de amor en la guerra

Más allá de la violencia padecida, detrás de la guerra de Malvinas para él y quizás para tantos compañeros que cada tanto recibían un ansiado mensaje de parte de sus amigos, novias o familiares, también llegaban misivas de personas anónimas que los alentaban a seguir. Así nació su historia de amor, que sigue vigente hasta el presente.

Por aquellos tiempos con suerte los soldados llegaban a recibir algunos chocolates, estampas, fotos y cartas. La palabra escrita era muy bienvenida porque era la única manera de comunicarse que existía. Y los combatientes valoraban mucho eso, porque cuando estaban deprimidos o inmersos en la tristeza y el dolor, leían y releían todo lo que les llegaba y eso era el combustible para levantar los ánimos que muchas veces estaba por el piso.

Un determinado día a Ramón le entregaron una carta de respaldo “sin destinatario” que se solían distribuir para que cada soldado pudiera recibir una proveniente de una estudiante que pretendía levantarle su moral y darle fuerzas. Garcés se aferró fuerte a las palabras de esa joven que le dieron esperanzas para continuar. Y ocurrió entonces que el 14 de junio de 1982, cuando cesaron los combates, ella fue a esperarlo a la Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea Argentina en Ezeiza. Allí se encontraron. “Yo soy Sandra”, se presentó ella. “Yo soy Ramón”, contestó él. Se miraron, conversaron, quedaron en volver a verse, y ya llevan treinta y ocho años de casados. Los sentidos mensajes que solían cruzarse son parte desde hace tiempo del Archivo Histórico de la Biblioteca Nacional.

Antes de despedirse Ramón deja más sensaciones de lo vivido en la guerra: “Peleamos en medio del dolor que ello implicaba, con fervor, con valentía, sin guardarnos nada. Siempre tiré para salvar la vida de mis compañeros soldados y la mía, no pensando en matar sino en subsistir, en sobrevivir, en volver a ver el día. Siempre sentí que debía darlo todo por ellos, por mi patria, por los que nos enviaban fuerzas, como Sandra, que me acompaña dándolo todo desde hace más de cuarenta años...”.

 

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