En un contexto de creciente tensión geopolítica en el Caribe, el Pentágono confirmó que el Cuerpo de Marines de Estados Unidos realizó en los últimos días intensos ejercicios militares en territorio de Puerto Rico. Las maniobras incluyeron operaciones de desembarco, infiltración y asalto anfibio, en el marco de un despliegue regional que Washington justifica como parte de su lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, el movimiento de tropas y el refuerzo naval cerca de las costas venezolanas reavivaron las versiones sobre una posible ofensiva contra el gobierno de Nicolás Maduro.

Según informó el Comando Sur del Ejército estadounidense —cuya jurisdicción se extiende por América Latina, exceptuando México—, la Vigésimo Segunda Unidad Expedicionaria de Marines llevó a cabo "operaciones de entrenamiento en Puerto Rico". A través de un mensaje publicado en la red social X (ex Twitter), el organismo acompañó el anuncio con un video que muestra el despliegue de un LCAC, un aerodeslizador de gran tamaño utilizado para transportar tropas, vehículos y equipamiento pesado, en una simulación de desembarco anfibio apoyado por helicópteros UH-1Y y unidades de ataque Apache.

Las imágenes, editadas con música de tono cinematográfico, presentan a los Marines desplazándose en vehículos Polaris MRZR, ligeros y todoterreno, diseñados para moverse en terrenos hostiles. En las escenas se los ve asegurando posiciones y ejecutando maniobras de infiltración táctica, un tipo de entrenamiento que suele asociarse a operaciones de incursión rápida en territorio enemigo.

El Comando Sur enmarcó las maniobras dentro de la misión de "proteger la patria y desarticular el tráfico ilícito de drogas", en línea con las prioridades de seguridad del gobierno estadounidense. "Las fuerzas militares de Estados Unidos están desplegadas en el Caribe en apoyo de la misión del Comando Sur y de las operaciones dirigidas por el Departamento de Defensa para interrumpir el tráfico ilícito y proteger los intereses nacionales", precisó el comunicado.

No obstante, el anuncio se produjo en un momento de alta tensión diplomática. Apenas un día antes, varios medios norteamericanos citaron fuentes cercanas a la Casa Blanca que aseguraban que Washington estaría evaluando una posible acción militar contra objetivos en Venezuela. Según esas versiones, la administración de Donald Trump habría identificado puertos y aeródromos controlados por el Ejército venezolano que, presuntamente, serían utilizados para operaciones logísticas del denominado "Cartel de los Soles", organización que —de acuerdo con acusaciones de Estados Unidos— estaría liderada por altos mandos del gobierno de Maduro y de las Fuerzas Armadas Bolivarianas.

El despliegue en el Caribe incluye la presencia del USS Gerald Ford, el portaaviones más grande y moderno de la flota estadounidense, además de buques de asalto anfibio y aeronaves de combate. En los últimos meses, las fuerzas norteamericanas destruyeron una decena de embarcaciones sospechadas de transportar cargamentos de drogas, en ataques que dejaron múltiples víctimas.

A pesar del incremento de la presencia militar, tanto el presidente Donald Trump como su secretario de Estado, Marco Rubio, negaron públicamente que existan planes para una intervención directa en Venezuela. Sin embargo, la escala del operativo y el tono de las recientes declaraciones de funcionarios del Pentágono alimentan las especulaciones sobre un escenario de presión creciente sobre Caracas.

Mientras tanto, el gobierno venezolano observa con cautela los movimientos en la región, interpretándolos como una estrategia de intimidación. Los ejercicios en Puerto Rico no solo evidencian la capacidad de proyección del Ejército estadounidense en el Caribe, sino que también colocan nuevamente a la región en el foco de una disputa que combina política, seguridad y control territorial.

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