El Papa Francisco no participa este Viernes Santo del tradicional Vía Crucis en el Coliseo de Roma, debido a que continúa recuperándose de una infección respiratoria que lo mantuvo hospitalizado durante 38 días. Aunque no estará físicamente presente, el Pontífice dejó escritas las meditaciones que marcarán el tono espiritual de la celebración.
Las reflexiones, de fuerte contenido social, serán leídas por el cardenal Baldassare Reina, vicario del Papa en Roma. En ellas, Francisco contrasta la "economía del Evangelio" con la lógica implacable del mundo moderno. "La economía de Dios no mata, no descarta, no aplasta. Es humilde, fiel a la tierra", escribe en una de las estaciones que recorren simbólicamente la Pasión de Cristo.
El Papa ya había estado ausente en los Vía Crucis de los dos años anteriores, principalmente por razones de salud y las bajas temperaturas. A diferencia de aquellas ocasiones, esta vez su ausencia fue prevista con anticipación, como parte de un cuidado progresivo tras su reciente internación.
A lo largo de sus textos, Francisco pone el foco en los marginados, los que sufren y los invisibles del mundo. Reza por "los que están en las fronteras y sienten que su viaje ha terminado", y pide por la paz en la Iglesia, "que lleva las heridas de nuestra historia".
En la última estación, el Pontífice eleva un deseo universal de paz, dirigido a las naciones, la creación y a quienes no tienen ni poder ni dinero: "Que venga tu paz para quien espera un renacer justo", concluye. En su invocación final, cita a San Francisco y pide "el don de la conversión del corazón", cerrando una serie de meditaciones que combinan espiritualidad, sensibilidad social y denuncia de las injusticias actuales.
Este jueves, como es tradición en Jueves Santo, el Papa visitó una cárcel. En esta ocasión, fue la prisión de Regina Coeli, en el barrio romano de Trastevere, donde se encontró con 70 reclusos en un gesto de cercanía y esperanza.
Hasta el momento, el Vaticano no ha confirmado si Francisco participará de los próximos actos litúrgicos de Semana Santa, incluida la bendición Urbi et Orbi del Domingo de Pascua. Su presencia pública se evaluará día a día, de acuerdo a su evolución médica.