Solo tres de los doce grandes sectores industriales mostraron en agosto un nivel de actividad superior al promedio de la década.
El Indec calculó que el uso de la capacidad instalada entre todos los establecimientos fabriles promedió 59,4 puntos sobre un valor óptimo de 100, por debajo de los 62 puntos de media desde 2016 y con un comportamiento dispar entre ramas.
El sector fabril mantiene desde 2016 un promedio de 38% de capacidad ociosa, un fenómeno que apenas mejora en cuatro de las principales áreas manufactureras: refinerías de petróleo y actividades conexas (21,9%), celulósico-papelera (26,6%), metálica básica (27,6%) y producción de minerales no metálicos -principalmente insumos para la construcción- con 31,7% de plantas inactivas.
Esta situación provoca que los costos fijos deban ser absorbidos por menos de dos tercios del volumen producido, lo que presiona los precios tanto para el consumidor local como para quienes compran productos argentinos en el exterior. Esta estructura incide negativamente en la competitividad.
En agosto, únicamente el sector de alimentos y bebidas operó al 66,6% de su capacidad, con solo dos ramas superando esa marca: metálica básica (70,4%) y refinación de petróleo (86,1%), esta última muy cerca del récord de 86,8% registrado en febrero de 2016. Estas tres industrias fueron las únicas en mostrar una mejora interanual de actividad, impulsadas por su peso tanto en el mercado interno como en las exportaciones.
En el acumulado de los primeros ocho meses del año, frente al mismo período de 2024, el uso de la capacidad instalada repuntó 1,9 por ciento.