
La impronta de Chacra Los Retamos se forjó desde el comienzo con productos de la chacra familiar al pie del cerro Currumahuida: frutas finas orgánicas, miel propia y nueces de la zona. "Siempre consumimos en familia los dulces que hace mi mamá con nuestra fruta. Frambuesas, frutillas, arándanos, guindas, cerezas, miel y nueces: todo se convirtió en insumo de mis alfajores", cuenta.
Animada por los buenos comentarios de sus vecinos y amigos, tímidamente empezó a vender sus alfajores. En pocos días, el boca en boca multiplicó la demanda. Los vecinos de El Hoyo y de la comarca andina —que integra con El Bolsón y Lago Puelo— fueron sus primeros clientes. A cada nueva tanda probaba sabores distintos: frambuesa, nuez, mousse de chocolate.
En ese entonces, Guiller trabajaba como administrativa. Había decidido alejarse de la cocina profesional y llevaba una rutina de escritorio y home office durante la cuarentena. Hasta que los pedidos de alfajores empezaron a desbordarla.
"Yo seguía cumpliendo mi trabajo de 8 horas y ya no me alcanzaba el tiempo. Entonces hice un cálculo: cuántas docenas tenía que vender para cubrir mis gastos fijos. Cuando vi que era posible, me animé. En julio de 2020 renuncié a mi trabajo estable. Fue arriesgar todo en plena incertidumbre, pero hoy agradezco haberlo hecho."
En su propia cocina producía unos 120 alfajores por semana. Apostando todo, en 2021 transformó el quincho de sus padres en una pequeña fábrica azulejada, con mesadas de mármol y acero inoxidable. Tramitó las habilitaciones sanitarias necesarias y pudo escalar su producción de manera formal.
En 2022, con su emprendimiento aún frágil, sus amigas y clientas empezaron a insistirle para que participara del Campeonato Mundial del Alfajor, en su primera edición. "Me decían: ‘El tuyo es el mejor, tenés que anotarte’. Yo no sabía de qué se trataba, nunca había visto una competencia de alfajores", cuenta.

Envió por correo su alfajor triple de chocolate, dulce de leche y frambuesa, sin expectativas. Lo despachó caminando bajo la nieve, en un invierno durísimo, casi sin ventas. "Un domingo me levanté angustiada, lamentando que el negocio no funcionaba y pensando en cómo iba a sobrevivir. Y de golpe empecé a recibir mensajes: ‘Felicitaciones’, ‘¿Dónde consigo tus alfajores?’. Ahí me enteré de que había ganado el Oro. Fue mágico."
Ese reconocimiento la salvó. Pasó de no poder pagar a su única empleada a recibir pedidos de todo el país. "Fue un antes y un después. A partir de ese premio tuve que armar una tienda online, contratar más gente y empezar a enviar a toda la Argentina", explica.
En 2023 volvió a subirse al podio con un bronce por su alfajor de mousse de chocolate y avellanas. Y en 2025 llegó la consagración definitiva: Campeón Mundial con su alfajor blanco de harina de nuez con dulce de leche.
"Decidí apostar a un clásico nuestro, que hago desde 2020 y que siempre fue de los más pedidos. Es simple, artesanal, de calidad premium y con un producto local que amo: la nuez, un ícono de la Patagonia", explica.

Los Retamos también obtuvo la medalla de oro en la categoría Estilo Saludable con un alfajor de harina integral, miel orgánica propia y chocolate 80% cacao. "Fue un orgullo enorme, porque significa que se puede innovar con productos naturales y de calidad, y aun así ser premiada", afirma Guiller.
El sueño patagónico que se proyecta al mundo
Hoy, la fábrica emplea a ocho personas y produce 50 docenas de alfajores premium por día, todos hechos a mano. Los precios arrancan en $3.800 por unidad, incluido el campeón mundial, lo que —pese a su título— lo convierte en accesible.
El reconocimiento llegó en un año difícil para la comarca chubutense, golpeada por incendios forestales y una temporada turística más corta de lo esperado. "La temporada alta de la zona es el verano. Con lo que se vende entre diciembre y marzo solemos pasar el invierno. Pero este año se redujo a enero. Venía siendo un 2025 durísimo. Sin embargo, al otro día de ganar el premio tuve que contratar más gente porque nos desbordaron los pedidos, no solo de cada rincón del país: también recibimos consultas de España, Estados Unidos, Canadá, Brasil y Chile", detalla.
La clave, asegura Guiller, sigue siendo la misma que en los días de cuarentena pandémica: trabajar con productos locales, de calidad y hechos de manera artesanal. "No tenemos máquinas que hagan tapitas o rellenos. Somos personas las que hacemos los alfajores, todo es hecho a mano. Eso es lo que los vuelve únicos", subraya.

Ya está en conversaciones con distribuidores para que los alfajores lleguen a puntos de venta en distintas provincias. Y en la chacra familiar, a cinco kilómetros de El Hoyo, además de la tienda online con envíos a todo el país, reciben visitantes en su deck al aire libre. Allí se puede adquirir el mejor alfajor del mundo, además de miel, dulces y jugos naturales. Un paseo que, en temporada, se llena de turistas y, el resto del año, se convierte en punto de encuentro local.
El próximo desafío es la exportación. "Mi sueño es que cualquier persona en cualquier parte del mundo pruebe un alfajor de Los Retamos y sienta que está en la Patagonia", confiesa Almendra.
La creadora del mejor alfajor del mundo sabe que el título de campeona trae consigo un nuevo nivel de exigencia, pero también un horizonte más amplio de oportunidades. Guiller asegura que lo que más la emociona es que cada pedido y cada mensaje le confirman que valió la pena arriesgarse en 2020. "Hoy siento que con Chacra Los Retamos lo logré, y que este emprendimiento patagónico recién empieza lo mejor", concluye.