Los adultos que duermen cinco horas o menos al día tienen un riesgo significativamente más alto de desarrollar diabetes tipo 2, según una nueva investigación de la Universidad de Uppsala (Suecia) en la que participaron 247.867 personas con una edad media de 55,9 años y que también muestra que la falta crónica de sueño no se puede compensar únicamente llevando una dieta saludable.
La diabetes tipo 2 influye sobre la capacidad del organismo para procesar el azúcar, lo que dificulta la absorción de insulina y provoca niveles elevados de glucosa en sangre. Según un informe publicado en 2020, más de 462 millones de personas padecen esta enfermedad que, con el tiempo, puede causar daños graves, especialmente a los nervios y vasos sanguíneos, y constituye un problema de salud pública en aumento a nivel mundial.
Para analizar el vínculo entre la diabetes tipo 2 y la falta de sueño los investigadores utilizaron datos del Biobanco del Reino Unido, en el que casi medio millón de participantes del Reino Unido fueron mapeados genéticamente y respondieron a preguntas sobre salud y estilo de vida. Siguieron a los participantes durante más de 10 años y descubrieron que una duración del sueño de entre tres y cinco horas estaba relacionada con un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
Por el contrario, los hábitos alimentarios saludables condujeron a un menor riesgo de desarrollar la enfermedad, pero incluso las personas que comían de forma saludable, pero dormían menos de seis horas al día, seguían teniendo un mayor riesgo de padecer diabetes tipo 2. Los resultados se publicaron en JAMA Network Open.
Priorizar el sueño es clave para proteger la salud:
“Investigaciones anteriores han demostrado que el descanso diario breve y repetido aumenta el riesgo de diabetes tipo 2, mientras que los hábitos alimentarios saludables, como comer frutas y verduras con regularidad, pueden reducir el riesgo. Sin embargo, aún no está claro si las personas que duermen muy poco pueden reducir el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 comiendo de forma saludable”, señaló Diana Noga, investigadora del sueño en el Departamento de Biociencias Farmacéuticas de la Universidad de Uppsala.
“Nuestros resultados son los primeros en cuestionar si una dieta saludable puede compensar la falta de sueño en términos de riesgo de diabetes tipo 2. No deberían ser motivo de preocupación, sino más bien ser vistos como un recordatorio de que el sueño desempeña un papel importante en la salud”, explica Christian Benedict, profesor asociado e investigador del sueño en el Departamento de Biociencias Farmacéuticas de la Universidad de Uppsala e investigador principal detrás del estudio.
Benedict también sostiene que los efectos de la falta de sueño varían entre individuos, dependiendo de aspectos como la genética y la necesidad real de dormir de una persona. “En general, recomiendo priorizar el sueño, aunque entiendo que no siempre es posible, especialmente como padre de cuatro adolescentes”, añade. Los investigadores han escrito en su artículo que “para validar estos hallazgos, se necesitan más estudios longitudinales, que incorporen medidas repetidas del sueño (incluidas evaluaciones objetivas) y hábitos dietéticos”.