Se trata de uno de los empresarios más influyentes de nuestro país y la región. Fue el fundador de “Los Grobo”, grupo que presidió desde 2002 hasta el 2020. Durante los últimos años, se dedicó a la consultoría internacional, asesorando a los Gobiernos de Colombia, Ghana, Argentina y, en conjunto con el CID de la Kennedy Harvard School, a los gobiernos de México, Albania y Kazajstan.

Ingeniero agrónomo, empresario y músico, es uno de los referentes del sector agropecuario más escuchado tanto en el mundo de los negocios como en el de la política. Vive entre Uruguay y la Argentina y continúa participando en las estrategias de Los Grobo, la empresa agroindustrial que su familia fundó en Carlos Casares hace más de 36 años y cuyo paquete mayoritario fue vendido al fondo de inversión Victoria Capital Partners.

Entre otras cosas destaca que su enfoque se centra en el desarrollo integral de la región, aprovechando oportunidades como la agroindustria, el turismo, la minería y la industria textil. Habló sobre su reciente colaboración con Raúl Jalil para impulsar el desarrollo de la Provincia.

“El gobernador me pidió que lo ayudara a pensar en la mejor forma posible, aprovechando las oportunidades que surgen en sectores como la agroindustria, el turismo, la minería y también la industria textil. Me entusiasmó la idea de poder contribuir a una provincia que, a pesar de tener un enorme potencial, todavía es bastante desconocida, tanto dentro de Argentina como en el mundo. Estoy muy feliz de dedicarme a este proyecto”.

Sobre los plazos y la profundidad del trabajo, destacó: “que está previsto en siete meses, aunque puede atrasarse o adelantarse porque siempre aparecen imponderables. Lo importante no es la cantidad de información que se procesa, sino su correcta interpretación y transmisión. Son informes que llevan tiempo y en los que se involucra mucha gente”.

En particular enfatizó la relevancia de la participación social en los proyectos de desarrollo. “Si no hay un involucramiento de la sociedad, el proceso se hace mucho más lento o incluso inviable. Es clave que la sociedad participe activamente y que los proyectos incluyan a la mayor cantidad de personas posible”.

Con respecto a su dedicación, expresó: “Estos meses estoy 24/7 dedicado a Catamarca. Tienen una provincia increíble, a veces muy desconocida para muchos argentinos y, ni hablar del mundo. Con sus características y particularidades, realmente me siento muy contento de poder dedicarme a su desarrollo”.

También se refirió a la importancia de un enfoque global para el progreso local: “El desarrollo está muy vinculado con facilitar lo que se llama el flujo de los conocimientos, que haya conocimientos de afuera que vengan y conocimientos locales que vayan para afuera. Este flujo de saberes acelera el proceso de desarrollo”. Añadió, que una provincia o país cerrado retrasa ese proceso y complica la adaptación a la globalización, lo que genera un estancamiento económico.

En cuanto a su visión del desarrollo, afirmó: “No se trata de pensar en cadenas de valor separadas, sino en un ecosistema donde varias coexisten y se potencian mutuamente”. Como ejemplo, mencionó la relación entre el turismo y la producción de alimentos: “En Mendoza, el vino atrae al turismo, y a su vez, la exportación de vino es una especie de embajada en el mundo que atrae a la gente. La agricultura y el turismo tienen un efecto sinérgico”. Además, destacó el impacto de la minería, que aporta ingresos que facilitan la infraestructura necesaria para el turismo.

Quien fue alguna vez rotulado como el “rey de la soja”, aclaró que el análisis inicial no abarcará toda la provincia. “Nuestro enfoque será específico sobre Andalgalá y Fiambalá, porque trabajar sobre temas concretos es clave para que una consultoría se transforme en hechos reales. Si funciona, podremos replicarlo en otras regiones, pero por ahora esta etapa se concentrará en estas geografías”.

Sobre el desarrollo social y cultural, agregó: “El desarrollo debe verse como un ecosistema que también incluye el pacto social y cultural. Hemos trabajado en lugares como Ghana, Namibia y Etiopía, donde poner en valor la cultura local es fundamental”.

En cuanto a la interacción entre actividades económicas, recalcó: “Si las actividades compiten o se perjudican entre sí, debemos encontrar los mecanismos para evitarlo”. Para ilustrarlo, puso el ejemplo del agua: “El manejo eficiente del agua es crucial. Hay que invertir en nuevas tecnologías para los sistemas de riego, mejorar la conducción y distribución. En Mendoza, por ejemplo, muchos viñateros desperdician agua con sistemas de riego anticuados. Si se modernizaran, se usaría la mitad del agua o la producción se duplicaría”.

A la vez, subrayó la importancia de fomentar la competencia local y el agregado de valor a los productos: “Ojalá que aparezcan más empresas. La política debería crear condiciones para que haya competencia, porque eso ayuda a mantener los precios justos y favorece a los productores”. En relación con el sector textil, comentó: “Es clave abastecer la producción local con fibras naturales, agregándoles diseño y posicionándolas en el mercado internacional. Un poncho catamarqueño, por ejemplo, podría tener el valor de uno similar en Italia si se le da el valor adecuado”.

Para finalizar, reiteró su compromiso con el desarrollo de Catamarca: “Creo que todas estas cuestiones son centrales para el trabajo. La provincia tiene un enorme potencial y debemos trabajar para aprovecharlo al máximo, tiene todo lo necesario para ser un referente en muchas áreas”.

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