El presidente retomó sus singulares números. Dijo que la inflación era del 15 mil por ciento cuando asumió. Remarcó que el Estado presente "se terminó" y que nadie espere que la reactivación venga "del sector público".

A pesar del avance de la crisis, la fuerte recesión y el crecimiento de la pobreza, este lunes el presidente Javier Milei utilizó la cadena nacional para ratificar el rumbo económico de su gestión. Anunció un superávit financiero de 0,2% del PBI, una caja aproximada de más de 275 mil millones de pesos durante el primer trimestre del año. “Este es el único punto de partida posible para terminar con el infierno inflacionario que fue la Argentina luego de la caída de la convertibilidad”, se enorgulleció el libertario, quien calificó al país como un “defaulteador serial”.

“Este es el primer trimestre con superávit financiero desde el año 2008, un hito que debe enorgullecernos a todos como país, en particular, dada la estrepitosa herencia de la que tuvimos que hacernos cargo”, sostuvo el mandatario quien obvió mencionar el cese de pagos que llevaron al gobierno a alcanzar este fenómeno económico.

Durante la lectura del discurso, el presidente se extendió en la lista de ítems de la herencia recibida del gobierno de Alberto Fernández y volvió a insistir en el ficticio índice de «15.000% de inflación anualizada». “Cuando asumimos el país lo encontramos al borde de la hiperinflación”, justificó en defensa del “programa de estabilización de shock más importante de la historia”.

En la misma línea, Milei categorizó como “un milagro económico” el poder alcanzar el superávit fiscal y sostuvo que el mismo se consiguió gracias a la “motosierra” en el gasto público y no en la licuación del mismo, principal crítica que extiende la oposición más férrea al oficialismo.

“De los 5 puntos de déficit del tesoro que hemos ajustado, sólo el 0.4% responde a la pérdida de poder adquisitivo de las jubilaciones, pérdida producida por la nefasta fórmula de movilidad de Alberto Fernández que quisimos modificar en la Ley Bases, y que luego tuvimos que modificar por DNU, frente a la falta de voluntad de algunos sectores políticos”, lanzó el mandatario en medio de los malabares de su gabinete dialoguista para aprobar el reducido paquete legislativo que el oficialismo aspira empezar a tratar esta semana.

“El restante 4.6% de ajuste que hemos logrado se debe íntegramente al recorte de gasto público que la política utilizaba indiscriminadamente para comprar voluntades”, justificó. En esta línea, el mandatario hizo gala del recorte del 76% de las transferencias discrecionales a las provincias, ítem al que categorizó como “un sistema tóxico con el que el poder central repartía recursos de todos los argentinos a unos pocos que se sometían a la voluntad del gobierno nacional.”

Hizo de nuevo la extraña justificación de la reducción del 87% de la obra pública. “Históricamente estuvo vinculada al festival de corrupción que ha sido la Argentina los últimos 20 años, donde se gastaba dinero de los contribuyentes en rutas que no conducían a ningún lado; o en obras que se inauguraron 5 veces y nunca se terminaron”, sostuvo el mandatario, quien volvió a confirmar que el Estado dejará la tarea de crear infraestructura pública y la misma pasará a manos de contratistas privados.

En un nuevo ataque a los medios de comunicación, el presidente se emocionó al recalcar la eliminación de la pauta publicitaria garantizada por ley. “Eliminamos la pauta publicitaria, como habrán notado por la reacción de los medios, que con otras medidas redundaron en una reducción del 22% de los gastos de funcionamiento del Estado”, lanzó.

Con el intento de dar un mensaje esperanzador en medio de los primeros impactos que está generado su plan de ajuste, el presidente reconoció que la situación “es dura” pero, en una nueva edición de “la luz al final del túnel” que utilizó Mauricio Macri durante su gobierno, el libertario afirmó que ya se ha recorrido “la mitad del camino”. 

El mensaje, que se extendió por alrededor de 16 minutos, fue grabado esta tarde en el Salón Blanco, ubicado en el primer piso de Casa Rosada. A pesar de haber sido un mensaje corto, la jornada de filmación se extendió por más de una hora y contó con varias interrupciones. Fueron motivadas por las correcciones que los asesores presidenciales sobre la marcha al discurso para licuar el impacto de los números dados y el mensaje en general.

Junto al presidente, estuvieron el ministro de Economía, Luis Caputo -quien viene de ser escrachado en dos ocasiones en Washington por su plan de ajuste- el secretario de Finanzas, Pablo Quirno; el presidente del Banco Central, Santiago Bausili; y el vicepresidente del Banco Central, Vladimir Werning. “Estos hombres que tengo a mi lado, estos patriotas, que tenían un país prendido fuego por delante, no sólo no le dieron la espalda, sino que corrieron hacia el fuego para intentar ayudar a sus compatriotas. Mientras otros huían ellos corrieron hacia el fuego. Mi gratitud y reconocimiento para ellos”, dijo el libertario a sus funcionarios.

El horario elegido, en tanto, tampoco responde a la casualidad. “Es la hora en la que más gente está en la casa”, dijo a Tiempo un colaborador del libertario atento a los detalles técnicos y el cuidado de la imagen presidencial.

 

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