Tiene 38 años y cada vez mayor incidencia en la gestión cotidiana del gobierno. La comunicación, las relaciones con factores del poder y su incidencia en la AFI, son sus pilares.

Santiago Caputo recorre la Casa Rosada con la convicción de quien siempre supo que llegaría a donde está. El principal asesor de Javier Milei, a quien acompaña desde el principio, cuando el economista no era más que un fenómeno barrial, condensó en las últimas semanas la conducción de las principales áreas del Estado, al que no teme confirmar en público que quiere desmembrar, adquiriendo un nivel de poder que lo posiciona casi a la par que el presidente y su hermana Karina.

El experto en comunicación política no sólo forma parte del llamado “triángulo de hierro”, también se sienta en la silla más importante en las reuniones diarias que mantienen el virtual ministro del Interior, Lisandro Catalán, el subsecretario de Gestión Institucional, Eduardo ‘Lule’ Menem y el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, en la planta baja de la casa de gobierno.

Desde allí, la mesa política de la gestión anarco-capitalista comanda el paso a paso de un gobierno que en público reniega de la casta, pero en privado no duda en alinearse con ella. Caputo, el único del cuarteto que nunca antes había formado parte del Estado, aprendió gracias a sus experimentados compañeros de ruta la importancia de abrir el diálogo con el abanico de sectores que comprenden el arco político. Así lo demostró en cada una de las reuniones que mantuvo con diputados opositores. La última, esta semana, con Miguel Ángel Pichetto; el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Horacio Rosatti y hasta con la mesa chica de la CGT.

El poder de “Santi”, como lo saludan con cariño una larga lista de funcionarios, no se limita únicamente a los manejos diarios de la gestión. El asesor todopoderoso fue quien puso el ojo y la bala en el eyectado Nicolás Posse. Semanas antes de que la salida del exjefe de Gabinete fuese un hecho, llegó a oídos de Caputo que el exCorporación América había incorporado el viejo hábito de espiar a sus compañeros de Gabinete, entre los que se encontraban él mismo y la propia Karina. Para ello, el ex CEO utilizó a su alfil, Silvestre Sívori, quien comandó la Agencia Internacional de Inteligencia hasta hace pocas semanas. Esta fue la gota que rebalsó el vaso que comenzó a llenarse cuando El Jefe notó una decidida dilatación en la gestión de Posse, que afectaba directamente a su hermano y su ritmo de gobierno.

Tras concretar la salida de Posse, Caputo tomó definitivamente las riendas de la AFI. Tal como contó este medio hace algunas semanas, el alfil presidencial disolverá el organismo y su funcionamiento actual y activará el recambio de todas las cabezas de áreas. Ahora, según el plan del asesor, la agencia estará dividida en tres sectores: inteligencia exterior, que continuaría teniendo las mismas facultades, un área dedicada exclusivamente a las cuestiones de interior que ayuden a combatir las causas de crimen organizado y un tercer sector que colaborará con la ciberseguridad.

La exSIDE estará comandada por Sergio Neiffert, representante del Ejecutivo en ACUMAR. El exproductor radical, con nula experiencia en el campo de los espías, es socio del exintendente de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, con quien el armador de la gestión libertaria cosechó un buen vínculo durante la campaña del 2023.

Para la mesa chica del gobierno, la falta de expertise del nuevo Señor 5 no es problema, el aval del presidente y Caputo basta. Tal es así que el asesor no dudó en seleccionar a más de una veintena de agentes en diferentes países para que asuman el rol de informantes y colaboradores de la seguridad exterior.

Los usos y costumbres de la gestión indican que la elección de estas personas corre a cuenta del canciller de turno, hábito que el asesor decidió olvidar en la misma semana que la continuidad de la ministra de Relaciones Exteriores, Diana Mondino, está sujeta de una cuerda. Decididos a no inflar una nueva interna, fuentes del oficialismo advierten que los nuevos aún no fueron nombrados porque será el presidente quien dé el veredicto final. “Todas las designaciones que se hicieron en la gestión anterior van a estar en revisión”, justifican en Balcarce 50.

La oficina del asesor presidencial está montada en el Salón de los Próceres -exMujeres- en el primer piso de la casa de gobierno. Desde el despacho-museo en el que cuelgan las figuras de los veintidós ídolos políticos de Milei -entre los que se encuentran los expresidentes Carlos Saúl Menem y Julio Argentino Roca- el cerebro de la gestión libertaria coordina la imponente estrategia digital del gobierno.

Adoptando la experiencia del más rechinante kirchnerismo, el discípulo de Jaime Durán Barba, ex asesor de Mauricio Macri, entiende que la construcción de un relato es elemental para consolidar el poder político y el protagonismo de la agenda diaria. Con esa escuela, el sobrino del ministro de Economía, Luis ‘Toto’ Caputo, despliega su táctica comunicacional a través de las redes sociales, con énfasis en X (ex Twitter), espectro desde donde infló la imagen del economista que cumple seis meses al frente del gobierno.

Junto a Caputo, trabajan Juan Pablo Carreira y Daniel Parisini, conocidos en el mundo digital como Juan Doe y el Gordo Dan, respectivamente. Ambos son dos de los principales encargados de esparcir la comunicación no oficial del gobierno en las redes y alimentar la eterna pelea entre el presidente y el éter que compone a la casta, cuyos integrantes varían según el posicionamiento que adopten las diferentes figuras políticas para con la gestión. A ellos se les suma el youtuber y fundador del canal Break Point, Mariano Pérez, otro de los divulgadores de la palabra libertaria. Este último, sin embargo, lo hace desde la Sala de Periodistas acreditados en la Casa Rosada.

Este importante equipo comunicacional integrado en su gran mayoría por hijos de Internet tiene puntos de comparación con el popularmente conocido “trollcenter” que montó el exjefe de Gabinete de Macri, Marcos Peña, desde donde enviaba “caricias significativas” al entonces presidente. Desde adentro del Salón de los Próceres, sin embargo, bajaron el precio a esta comparación. “Lo que tenía montado Marquitos (sic) era mucho más sofisticado que esto”, se sinceró ante Tiempo una de las cabezas del sistema.

“Soy un mero cumplidor de las órdenes del presidente”, repite cada vez que puede. La representación fidedigna del asesor queda expuesta en cada una de las reuniones que encabeza en representación del libertario, que elige deliberadamente no sentarse en ninguna mesa en la que se hable de política. Para Santiago Caputo, Karina y Javier Milei la confianza y la lealtad son factores determinantes para mantener con vida cualquier tipo de vínculo político, postura talibana que se sostiene gracias al esoterismo que adopta el triángulo de hierro a la hora de tomar decisiones.

El treintañero gana poder, pero se encarga de aclarar que no toma decisiones. Para él, su rol en la conjunción espiritual que alquila el palacio del gobierno es claro: es el médium del presidente.  «

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