Con 11 títulos de clásicos como El Principito, Bookcassette revive el cassette y propone una lectura analógica para scrollear y coleccionar.
Convertir un gesto tan cotidiano como scrollear en una experiencia de lectura analógica es la idea detrás de Bookcassette, el emprendimiento creado por Agustina Martino y Diego Paladino, un joven matrimonio que decidió dar nueva vida a los casetes en desuso. Con un catálogo que ya reúne 11 títulos de libros clásicos, la propuesta conquistó tanto a nostálgicos como a niños y a centennials.
La historia de Bookcassette nació en redes sociales. Paladino administra desde hace seis años la cuenta de Instagram @lectordeltren, donde comparte recomendaciones literarias con más de 200.000 seguidores. Fue en ese espacio donde observó un fenómeno que disparó la idea: "Surgió hablando con el público. Se suele decir que los jóvenes no leen, pero no es así. Nos dimos cuenta de que sí leen un montón porque están todo el tiempo frente a pantallas. Quizás no se lee tanta literatura, pero sí noticias cortas, subtítulos de reels, se leen oraciones breves y scrolleando, sin pasar hojas".
Con esa inquietud, el joven que trabaja en el Poder Judicial y estudia Derecho empezó a pensar en cómo replicar la lógica del scroll en un objeto físico y accesible. "Lo primero que se me ocurrió fue usar dos rollos en una caja. Después me di cuenta de que el mecanismo ya existía: era el del casete. Solo había que abrirlo y reemplazar la cinta magnética por una tira de papel", recuerda.
Así nació el primer prototipo, impulsado por una motivación cultural: "El ebook es caro, no todo el mundo puede acceder. Yo además quería un objeto analógico y que democratice el acceso a la literatura y que además sea lindo como pieza de decoración e incluso como juguete. Se generan momentos especiales, por ejemplo, un padre leyéndole un cuento a su hijo y explicándole qué era un casete".
Para las nuevas generaciones que no lo conocieron: el casete fue el dispositivo con el que los jóvenes de los 80 y 90 escuchaban música y grababan canciones de la radio.
Martino, bailarina y gestora cultural, reconoce que al principio le costó imaginarlo: "Cuando lo tuve en la mano entendí y dije: esto está buenísimo, lo tenés que seguir haciendo. Él es muy creativo y autodidacta, siempre inventa cosas desde cero. El Bookcassette fue igual: un impulso de crear algo que resolviera una problemática cultural".
Del Principito a la Constitución
El catálogo, actualmente de 11 títulos, creció a base de textos de dominio público, seleccionados más por afinidad personal que por estrategia de mercado. "Arranqué con Horacio Quiroga porque lo leímos todos en la escuela y porque lo quiero mucho. Después seguí con Kafka, Alfonsina Storni, Poe. Son textos que me interpelan, que me gustan y valen la pena difundir. Mi idea es que la gente lea un cuento y no se lo olvide, que le den ganas de seguir con ese autor", explicó Paladino.
Así llegaron títulos como El Principito —su best seller actual—, Alicia en el País de las Maravillas o incluso la Constitución Nacional, lanzada como gesto en pleno debate por la Ley Bases. También sumaron textos con perspectiva de género, como El tapiz amarillo de Charlotte Perkins Gilman, considerado el primer cuento feminista de terror. "Hay un ida y vuelta con la comunidad: muchas veces las ideas surgen de lo que nos pide la gente en redes", contó Martino. A veces, incluso, la demanda surge de fenómenos populares, como cuando Netflix lanzó la serie Merlina, los pedidos de Poe se dispararon.

La pareja empezó imprimiendo y cortando manualmente cada cinta, hasta que pudieron tercerizar la impresión en plotter. El armado, sin embargo, sigue siendo artesanal: cada casete se arma a mano con la ayuda infaltable de una birome Bic para tensar el papel. "Con otra marca no encajan", bromean (y no tanto porque cada Bookcassette se entrega con su propia birome Bic de regalo para scrolear fácilmente).
Los casetes provienen en su mayoría de donaciones —desde bibliotecas y academias de idiomas hasta particulares que no quieren tirarlos—, lo que agrega un costado sustentable. "Muchos nos dicen: quiero que se conviertan en otra cosa, no que terminen en la basura. Y eso para nosotros tiene un valor enorme", señaló Martino.
Aunque la mayoría de los casetes usados son los TDK con clases grabadas, también aparecen joyas musicales. "Los de música no los abrimos, nos cuesta desprendernos. Si aparece un Charly García o un Spinetta, queda para nuestra colección personal", confiesan.
Las ventas son principalmente online, con envíos a todo el país y pedidos frecuentes desde el exterior, aunque el alto costo de envío dificulta la exportación. También participan en ferias, donde suelen agotar stock en pocas horas. "En la Universidad de las Artes agotamos todo en un rato, la recepción de la gente es increíble", cuenta Paladino.

El precio, entre $37.000 y $39.000, se ubica en línea con un libro clásico, pero ofrece un diferencial de experiencia.
El público es diverso: adultos nostálgicos que lo incorporan como objeto decorativo en la biblioteca, padres que lo compran para leer con sus hijos, y chicos que lo disfrutan como un juego. "Nos mandan videos de nenes scrolleando y emocionados al terminar un cuento. Esa cuestión motriz y mecánica tiene otra magia", cuenta Paladino.
El futuro: del casete al VHS
Bookcassette representa hoy cerca de la mitad de los ingresos de la pareja. "Sin esto no podríamos vivir, pero tampoco podemos dedicarnos 100% porque cada uno tiene su trabajo. Si lo hiciéramos, necesitaríamos sumar gente al equipo", admitió Paladino.
Para Martino, el valor del emprendimiento va más allá de lo económico: "Más que plata, a mí me dio una economía del tiempo. En la danza y la gestión cultural los proyectos son temporales; por lo que Bookcassette me organiza y me da estabilidad".

El futuro ya está en la mente de su creador: "Tengo la idea de hacer algo parecido con VHS para historietas o novelas gráficas. Usar el formato más grande del video para pasar cómics o mangas a un soporte físico que también se scrollee", adelantó.
Bookcassette es mucho más que un objeto retro: es un emprendimiento que rescata casetes en desuso y los convierte en libros para scrollear de manera analógica. Con esta propuesta, la pareja creadora logró unir generaciones y darle nueva vida a la lectura en un formato inesperado. Lo que nació como un experimento artesanal hoy se consolida como un proyecto cultural, donde la nostalgia convive con la innovación y los libros encuentran en los casetes un soporte tan lúdico como memorable.