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A veces, las ciudades necesitan detenerse y mirarse al espejo. Preguntarse si crecer es solo levantar edificios y abrir calles, o si crecer también puede significar dejar que la naturaleza se cuele en el trazado urbano. 

La Capital de nuestra provincia dio un paso en esa dirección: imaginar un gran parque en el sur que, más que un espacio verde, busca convertirse en un nuevo corazón para la vida urbana y comunitaria. Este parque no aparece como una idea aislada, sino como parte de un tiempo en el que la sociedad comienza a reclamar ciudades más humanas, donde la infraestructura no solo esté pensada para circular, sino también para quedarse, encontrarse y respirar. En una provincia donde el sol y el calor marcan el ritmo, un proyecto de este tipo tiene un valor que excede lo estético: se trata de calidad de vida, de oportunidades de encuentro y de futuro.

El Parque Ambiental Sur

A través de un concurso nacional de Ideas convocado por el Municipio y organizado por la Unión de Arquitectos de Catamarca, se abrió un espacio de participación para profesionales de todo el país, con la intención de sumar miradas innovadoras y creativas para un nuevo pulmón verde en la Capital. La propuesta no se limitaba a diseñar un espacio verde más, sino a pensar un modelo de urbanismo distinto, que ponga a la Ciudad en sintonía con los desafíos ambientales y sociales del siglo XXI. El jurado tuvo en cuenta criterios ambiciosos: neutralidad de carbono, accesibilidad para todos los sectores de la ciudad, dinamización de la economía local, integración de barrios históricamente marginados y, sobre todo, la posibilidad de generar un espacio público que refleje la identidad provincial. No se trataba de “pegar” un parque en un terreno vacío, sino de diseñar un organismo vivo que dialogara con la trama urbana y con la memoria de la tierra.

La propuesta ganadora

El estudio Lesch Alfaro Arquitectos, acompañado por un equipo de jóvenes colaboradores, fue el encargado de dar forma al proyecto ganador. Su planteo no buscó deslumbrar con líneas futuristas ni con gestos grandilocuentes. Al contrario, su fortaleza fue reconocer que en Catamarca la naturaleza es el verdadero patrimonio, y que cualquier parque que aspire a ser significativo debe partir de ella. Así nace la “plaza de los distintos verdes”, un espacio de ingreso que se presenta como símbolo y como declaración de principios. Allí, en un mismo portal, conviven los biomas xerófilos (áridos, secos, resistentes) con la frondosidad de las yungas que cubren las sierras. Este gesto, simple en apariencia, propone mucho más: celebrar la diversidad provincial, recordar que Catamarca es una tierra de contrastes y ofrecer a los visitantes un recorrido donde cada ambiente tiene su lugar. No es un ornamento: es identidad hecha paisaje.

Centro de encuentro

El Parque no se concibe como un pulmón aislado, sino como una nueva centralidad urbana. Es decir, un punto de encuentro capaz de articular lo cultural, lo recreativo y lo natural. La propuesta incluye espacios pensados para distintos públicos y generaciones: un anfiteatro donde el arte urbano pueda desplegarse sin restricciones; un patio cultural que invite al cine al aire libre en las noches de verano; un sector gastronómico que dinamice la economía local; y áreas de juegos y skate park que convoquen a los más jóvenes. A estos atractivos se suma un diseño que no descuida el agua, recurso vital en nuestra provincia. Los autores incorporaron humedales y sistemas de acequias para almacenar agua en épocas de sequía y reducir el impacto de los aluviones. En lugar de ocultar la infraestructura, la propuesta la vuelve parte del recorrido, permitiendo que los vecinos comprendan cómo funciona y valoren su importancia. El único edificio del conjunto será el Centro de Interpretación del Paisaje, concebido como un espacio flexible y multifuncional. Desde talleres de oficios hasta exposiciones artísticas, desde clases abiertas hasta eventos barriales, todo podrá tener lugar en su interior. El edificio se integra al relieve natural, sin imponerse sobre él, y aprovecha las pendientes para convertir su cubierta en un mirador que regala nuevas vistas de la ciudad y de las sierras.

Cada una de estas piezas tiene detrás una estrategia. La gestión del agua, la energía renovable a la vista, la circulación fluida pero sin vehículos dentro, los accesos integrados a la trama urbana, la puesta en valor del paisaje nativo son conceptos técnicos que, traducidos a lo cotidiano, significan simplemente que este parque no es un lujo aislado, sino un lugar al que se llega caminando o en bici, que enseña mientras se recorre, que preserva el suelo y que no esconde sus mecanismos, sino que los vuelve parte de la experiencia.

Reflexiones

Dos estrategias. Una es regenerar la tierra, no solo preservando el suelo permeable sino incorporando la gestión del agua para regenerar el suelo y activar los ecosistemas latentes. La otra es la concientización, para que el parque, a partir del centro de interpretación y de los senderos didáctico inmersivos, se transforme en una experiencia transformadora que contribuya a difundir el cambio de paradigma dónde el hombre y la naturaleza conviven en armonía.

El parque propone recorridos que alternan espacios de gran concurrencia con otros de carácter más bucólicos y contemplativos. Estos trayectos están salpicados por diferentes actividades con distinto grado de intervención que garantizan un sistema de postas o puntos de interés a fin de motivar los recorridos que proveerán la consecuente conexión urbana de distintos sectores de la ciudad.

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