El arzobispo de Buenos Aires habilitó la Catedral Metropolitana como comedor comunitario, en medio del enfrentamiento de la Iglesia con el gobierno por el reparto de alimentos. En un hecho inédito, Monseñor Jorge García Cuerva abrió las puertas del templo que está a metros de la Rosada en la noche de este miércoles para servir porciones de comida. "No hay mayor pobreza que la indiferencia", dijo el arzobispo el martes. Durante el Tedeum del 25 de mayo, cuando lo tuvo enfrente a Milei, García Cuerva pidió hacerse cargo de las responsabilidades "sin echar culpas como adolescentes".
El malestar de la Iglesia con el Gobierno por el conflicto de los alimentos se extendió al resto de las diócesis. El monseñor Jorge Lugones criticó el acopio de la comida del gobierno nacional. En el mismo sentido también se pronunció el arzobispo de la provincia de San Juan, Jorge Lozano.
La foto de la cena a pocos metros de Casa Rosada, que mostraba una mesa extendida a lo largo desde la entrada misma de la Catedral hasta casi el retablo mayor, con los platos llenos, se viralizó este miércoles en las redes sociales. Por su contraste con el contexto —marcado por el escándalo de los alimentos desperdiciados en los galpones de Capital Humano y el crecimiento sostenido en los últimos meses en los índices de pobreza e indigencia— la imagen funcionó como un mensaje político, que se suma a las críticas que varios sectores de la Iglesia vienen planteándole al Gobierno.
La idea de la reunión surgió del padre Gastón Colombres, a cargo de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, de Villa Oculta, donde lo conocen como Padre Tonga. Él mismo llamó a García Cuerva y al arzobispo auxiliar, Gustavo Carrara, para convencerlos de reunir a las iglesias vinculadas a la asistencia social por una noche, para una cena de puertas abiertas en la Catedral. El Azrobispo confirmó enseguida. La llamaron "encuentro de caridad". Se sumaron los Hogares de Cristo (centros de rehabilitación ideados en 2008 por los curas villeros y el Papa Francico, por entonces cardenal porteño) y organizaciones como la Red Solidaria, que casi todas las noches arma una olla popular en la Plaza y en la que también colaboran personas en situación de calle como Ángel y Sebastián.
"Creo que compartir una mesa todos juntos, con los olvidados y caídos del sistema, en estos tiempos tan difíciles, era un mensaje que teníamos que dar como Iglesia", contó el Padre Tonga sobre las razones de la cena. "Fue un llamado a redoblar los esfuerzos para acompañar a los que menos tienen. No quisimos que sea un encuentro vinculado a la política, pero sí a la realidad", describe.